domingo, 15 de noviembre de 2009



Aires de primavera

Se levantó temprano aquella mañana, que parecía ser cálida. Salió con la habitual serenidad, caminó a través de la feria sintiendo los olores que impregnaban el aire.
Se podía oír ya desde lejos los gritos de los vendedores. Los árboles estaban florecidos y las ventanas reflejaban el colorido de las macetas cubiertas de flores.
Una pequeña fuente dejaba sentir el ruido del agua caer casi… casi como un adagio.
Tenía los cabellos atados y anteojos de sol, llevaba puesta una remera blanca, unos jeans y zapatillas también blancas. Una bandolera cruzaba su torso, llevaba además una bella sonrisa.
Llegó al lugar del encuentro y se detuvo por un instante con las manos en los bolsillos, lo miró desde una distancia no muy cercana con la certeza que en cualquier momento la vería.
Comenzó a soplar una dulce brisa, él se llenó de una sensación maravillosa, giró su cabeza y un brillo lo atrapó cuando la vio.
El tiempo se detuvo por algunos instantes, instantes interminables… y él le sonrió.
Desde siempre pensó que aceptar el destino pertenecía solo a uno mismo, se levantó, abrió sus brazos y el tiempo del acercamiento aparecía, un largo silencio amoroso desapareció en aquel abrazo.

Civetta



Aquel que està



Era noche de invierno, afuera soplaba frío el Pampero, estaba oscuro y la ciudad silenciosa parecía desierta.
En el jardín de la casa grande volaban las hojas de los árboles, en un ir y venir al ritmo que les marcaba el viento.
En la entrada, un pequeño portón de hierro hacía sonar sus bisagras, que parecían cantar en el silencio de la nada y en el umbral un montón de hojas secas crujían con el paso de los gatos.
Las cortinas en la ventana dejaban filtrar una luz tenue, y la puerta de la entrada estaba entreabierta.
Pero adentro... adentro todo era tibio, en un pequeño ambiente sobre un sillón estaba él, sentado con la mirada fija en el piso; tenía las manos apoyadas en las rodillas y la cabeza gacha, quizás absorbido por el tiempo, absorto en sus pensamientos, fuera de la realidad.
Sobre una pequeña mesa, se veía la foto de ella, una joven bella, de rasgos delicados, se la veía frágil, la piel muy clara hasta parecía casi irreal.
En un ángulo de aquella habitación, una lámpara irradiaba su luz sobre la tapa de un libro. La cubierta era de cuero, estaba labrada y las hojas que se podían entre ver ya estaban amarillas, si hasta se podría decir que era un libro antiguo. Una hoja saliente llevaba una firma casi ilegible, de forma poco austera y elegante.
Sobre la pared colgaba un reloj de cuerda y el ruido de aquellas agujas girando se asemejaban a los latidos de un corazón.
Mateo se levantó de improviso, el sonar del teléfono lo hizo regresar a la realidad, y sin casi darse cuenta desapareció de aquella habitación…
En un instante el tiempo se detuvo, y no se sabe si Mateo regresará pronto; se vistió rápidamente, parecía fuera de si, en aquel instante la puerta se cerró.

Civetta


Algo que contar
Estaba sentada detrás de su escritorio, el escritorio daba a la ventana y la ventana daba al mar, desde ahí podía ver claramente la salida del sol y las plantas del balcón.
La ventana estaba entreabierta y ella con papel en mano y la lapicera en su boca no sabía qué contar.
La brisa hacia volar la cortinas dejando entrar una onda tibia, llena de recuerdos.
Entraba el recuerdo de su voz llegando al fondo de su corazón , hasta entonces creía que la vida caminaba por ahí, que el amor era suficiente y que no necesitaba nada más…
Sus manos dibujaban sueños con lapiceras que estrenar, en cuadernos nuevos, entrelazando palabras que la mantenían viva.
El sonido de sus pasos irrumpieron en el lugar, sus miradas enlazaron la ternura y fueron desobedientes y se estrenaron, sin pausas y con ganas… sin usar la razón.
Razón que tiñó el encuentro dejando marcas de carbónico azul, y las desobediencias de la vida pasaron las facturas por cobrar, entonces la vida ya no andaba por ahí; y se dio cuenta en ese instante que sólo el amor no era suficiente, que hacía falta algo más para una historia que contar…
Civetta