domingo, 15 de noviembre de 2009



Aires de primavera

Se levantó temprano aquella mañana, que parecía ser cálida. Salió con la habitual serenidad, caminó a través de la feria sintiendo los olores que impregnaban el aire.
Se podía oír ya desde lejos los gritos de los vendedores. Los árboles estaban florecidos y las ventanas reflejaban el colorido de las macetas cubiertas de flores.
Una pequeña fuente dejaba sentir el ruido del agua caer casi… casi como un adagio.
Tenía los cabellos atados y anteojos de sol, llevaba puesta una remera blanca, unos jeans y zapatillas también blancas. Una bandolera cruzaba su torso, llevaba además una bella sonrisa.
Llegó al lugar del encuentro y se detuvo por un instante con las manos en los bolsillos, lo miró desde una distancia no muy cercana con la certeza que en cualquier momento la vería.
Comenzó a soplar una dulce brisa, él se llenó de una sensación maravillosa, giró su cabeza y un brillo lo atrapó cuando la vio.
El tiempo se detuvo por algunos instantes, instantes interminables… y él le sonrió.
Desde siempre pensó que aceptar el destino pertenecía solo a uno mismo, se levantó, abrió sus brazos y el tiempo del acercamiento aparecía, un largo silencio amoroso desapareció en aquel abrazo.

Civetta

No hay comentarios:

Publicar un comentario